Archive for the 'Simón_Radowitzki' Category

19
Feb
10

judío Y anarquista? qué lio!

La extraordinaria vida de un Anarquista judío
por Moshe Korin
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El 14 de noviembre de 1909, Simón Radowitzki prepara un artefacto explosivo casero, y lo arrojó dentro del carruaje que conducía a Ramón Falcón, jefe de policía de Buenos Aires. La explosión hirió de muerte al Cnel. y a su secretario privado Alberto Lartigau; morirían los dos.
Perseguido por las fuerzas de seguridad mientras huía y viéndose acorralado, Radowitzky intenta suicidarse, disparándose al pecho. Al acercarse los policías gritó ¡¡¡Viva el anarquismo!!!, seguro que sería ejecutado “in situ”. Es trasladado al Hospital Fernández, y luego a una comisaría. Al no portar identificación y negarse terminantemente a prestar información, el presidente José Figueroa Alcorta decreta el estado de sitio.
En el juicio, la imposibilidad de determinar su identidad causó dificultades, hasta que la embajada argentina en Paris, facilitó los antecedentes obtenidos en Ucrania. Sin embargo, la edad del mismo resultaba incierta. Radowiztzky admitió ser el único autor del atentado, sin comprometer a los compañeros.
Se solicitó la pena de muerte. Lo único que dijo en su descargo en el juicio, fue sentirse apenado por la muerte de los caballos que tiraban del carruaje. Parte de la sentencia: …en las consideraciones de la defensa social leemos que “en Radowitzky hay un elemento inadaptable, cuya temibilidad está en razón directa con el delito perpetrado, y que sólo puede inspirar la más alta aversión por la ferocidad del cinismo demostrado, hasta el extremo de jactarse hoy mismo del crimen y recordando con verdadera fruición”. Manuel Beltrán, realizó, la alocución en el juicio.
El aporte de un facsímile de la partida de nacimiento por un primo de Radowizty, cambió el curso del proceso. El documento confirmaba que éste tenía 18 años, siendo menor de edad y no pasible de ejecución, se conmuta la pena por reclusión perpetua en la Peninteciaría Nacional. Añadiéndole, la reclusión solitaria a pan y agua durante veinte días cada año, en el aniversario del atentado.
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La semana Roja
El 1º de mayo de 1909, Radowitzky participa en una de las dos grandes manifestaciones convocadas por las organizaciones sindicales en la Plaza Lorea, barrio de Monserrat, luego sería la Plaza de los Dos Congresos. Allí se reunían los anarquistas desde 1890 para conmemorar a los mártires de Chicago.
Por orden del Cnel. Falcón, la policía reprimió con tropas de infantería y caballería la manifestación; una hora de combate sangriento arrojó ocho muertos entre los anarquistas, y más de cincuenta heridos en estado gravísimo. Falcón ordena clausurar todos los locales de esa filiación, y detienen a 16 líderes durante la semana siguiente, llamada Semana Roja por la extrema dureza de la represión.
Prisión en Usuahia
En la prisión se le denegaron los pocos derechos concedidos a los restantes presos, como única lectura se le permitía la Biblia, sometido a malos tratos y torturas, llegando a estaquearlo en su celda desnudo, por liderar al resto de los reclusos en huelgas de hambre, en protesta por las malas condiciones del penal. En 1918, las torturas alcanzan el cenit, con la violación de Radowitzky por parte del subdirector del penal, Gregorio Palacios y tres guardia cárceles.
Enterados los anarquistas del hecho, publican en Buenos Aires un panfleto titulado “El presidio de Ushuaia”, que apareció en el boletín “La Protesta”. Su publicación causo conmoción y el gobierno de Irigoyen ordenó abrir sumario; los tres guardia cárceles fueron relevados de sus funciones inmediatamente.
La Fuga
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El 7 de noviembre de ese mismo año, una audaz acción conjunta de los grupos anarquistas chilenos y argentinos logró la única evasión jamás lograda del penal de Ushuaia. Alquilaron una pequeña goleta de bandera dálmata en la ciudad chilena de Punta Arenas, y coordinaron con Radowitzky el procedimiento.
Éste, que trabajaba en el taller de la cárcel, se hizo con un traje de guardia cárcel, y abandonó el penal a primera hora de la mañana, aprovechando el relevo y la llegada de un grupo de guardia cárceles nuevo, encontrándose con Barrera en una cala no lejana.
Tras cuatro días de navegación, y ya en territorio chileno, la goleta fue abordada por un navío de la Armada de Chile, alertado por las autoridades argentinas, aunque Radowitzky escapó a nado antes del encuentro, la tripulación de la goleta fue detenida e interrogada en prisión, hasta que uno de los tripulantes confesó donde aquel había tocado tierra. Pocas horas más tarde, Simón fue interceptado mientras intentaba llegar a Punta Arenas.
Fue el único preso que logró fugarse del penal sin morir en el intento, siendo un mes después capturado. Conducido a una prisión flotante y luego de dos semanas, retornado al presidio. El castigo de evasión fue de dos años de confinamiento solitario en su celda, con media ración de alimento. Padeció las más terribles condiciones de tortura física y psíquica, un trato aberrantemente sádico y cruel.
En los años siguientes, su figura cobraría valor simbólico en las protestas obreras anarquistas.
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En 1928 el periodista Ramón Doll provoca un influyente alegato, examinando la desmesura con que desde la justicia se trata el delito motivado por causas políticas, que acaban en un indirecto, pero claro petitorio de indulto.
El diario Crítica envió a un periodista, Eduardo Barbero Sarzábal, a entrevistar a Radowitztky. La publicación de la misma tuvo un éxito rotundo, atrayendo la atención de los líderes políticos.
El 14 de Abril de 1930, Irigoyen que 14 años antes, como presidente en su primera elección, había prometido a una delegación anarquista, indultar a Simón
Radowitzky; cumplió con demora su palabra, concediéndole el indulto. Sin embargo en el mismo documento lo condenó al destierro y el 14 de mayo en el ARA se traslada a Montevideo.
La ayuda de las agrupaciones anarquistas uruguayas le permite, finalmente, sortear las trabas burocráticas y desembarcar.
Uruguay, España y México
En Montevideo, Radowitzky retomo su profesión de mecánico, tras verse frustrado su proyecto de retornar a la Unión Soviética. El 7 de diciembre de 1934, aplicando la ley de extranjeros indeseables, se pretende expulsarlo.
Las indicaciones de sus compañeros del Movimiento, aconsejan que no acate la medida, para no sentar un precedente perjudicial; por consiguiente lo llevaron a la prisión en el penal de la Isla de Flores.
Con el inicio de la Guerra Civil Española, Radowitzky decidió sumarse a las Brigadas Internacionales. En el frente de Aragón combatió con la 28 División de Gregorio Jover, compuesta principalmente por anarquistas.
Perjudicada su salud por los más de 25 años en cautiverio en condiciones infrahumanas, se trasladó luego a Valencia, donde se desempeñaría en la rama cultural de la CNT. Tras la victoria del bando franquista, atravesó los Pirineos y fue internado en el campo Saint Cyprien.
Abandonó Francia para trasladarse a México, donde viviría 16 años. El poeta uruguayo Ángel Falco, cónsul de su país en la ciudad de México, le proporcionaría empleo en la legación. Editaría revistas para el movimiento y trabajaría en una fábrica de juguetes hasta el 4 de marzo de 1956, cuando un ataque cardíaco acabó con su vida a los 65 años.
Sin duda, Simón fue una controvertida y singular figura, pero un fiel exponente de una generación consecuente con sus ideales y dispuesto a luchar por ellos, aunque le costara la prisión, la tortura o la vida.
Nota de ANAJNU:
Simón Radowitzky procedía de una familia obrera de origen judío. Nació en el pueblo de Merania, en la Rusia Zarista el 10 de Enero de 1891. Fue un militante obrero anarquista.
Luego se traslada la familia a la ciudad de Ekaterinoslav, para facilitar a los niños el acceso a la educación primaria. Abandona los estudios a los 10 años para aprender el oficio de herrero, convirtiéndose en un autodidacta. La hija de su maestro lo inició en el anarquismo. Cuatro años más tarde, ingresa como jornalero en una metalúrgica, encabezando una manifestación reclamando la reducción de la jornada laboral, fue herido por el sable de un cosaco, queda en convalecencia seis meses y es sentenciado a cuatro meses de prisión.
Fue segundo secretario del soviet de la fábrica en la que trabajaba, cuando los eventos de la revolución rusa de 1905. Tras la represión zarista, debió exilarse para no ser condenado a prisión en Siberia, donde la gran mayoría moría por el trato dispensado.
Arriba a Argentina en marzo de 1908, reside en Campana, trabaja como obrero mecánico en los talleres del Ferrocarril Central Argentino.
Se vinculó con la creciente comunidad anarquista local y entra en contacto con un grupo de intelectuales anarcosindicalistas de origen ruso. Se traslada a Buenos Aires, donde residiría mientras ejercía como herrero mecánico.




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