19/03/2010
Objetivos cumplidos y deudas pendientes en el viaje de “Lula” a Israel
por: Maximiliano Borches (Desde Buenos Aires)
El presidente de Brasil, Ignacio «Lula» Da Silva, recorrió Israel y Jordania, en una visita donde las tensiones diplomáticas no estuvieron ausentes. Con el objetivo de lograr un lugar en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, «Lula», testimonió a favor de la paz, en un momento político donde prima el silencio. A continuación, un análisis de este viaje, sus logros y repercusiones.
La visita realizada por el actual presidente de Brasil, Ignacio «Lula» Da Silva, al Estado de Israel, reafirma -por un lado- las nuevas relaciones entre el «gigante» sudamericano y el joven Estado israelí, y deja algunos sinsabores, de los que la diplomacia y los responsables de la política exterior israelí, deberán aprender, si pretenden cerrar acuerdos estratégicos con los nuevos referentes mundiales.
La visita del presidente brasileño podría definirse de «histórica», si se tiene en cuenta que ningún mandatario de aquel país sudamericano, no emprendía un viaje a aquellas tierras ubicadas en el Medio Oriente, desde el realizado por el emperador Pedro II, a mitad del siglo XIX.
Las relaciones entre uno de los principales socios del MERCOSUR, y el joven Estado de Israel, no son nuevas, pero si se encuentran reforzadas por la nueva política exterior israelí, que busca la apertura de nuevos Mercados, en países pertenecientes a África y América Latina, mantenida -hasta ahora- en un segundo -y hasta un tercer- plano, durante las últimas décadas. La firma del primer Tratado de Libre Comercio (TLC) entre los países miembros del MERCOSUR e Israel, sin dudas, sirvió para acercarse políticamente.
¿Qué buscó Lula en Israel?
En un momento histórico como el actual, donde prima la multipolaridad y el resurgimiento de renovadas potencias regionales, que llegaron para ocupar los espacios abandonados por la/s (en su momento) superpotencia/s, Brasil, aparece como la potencia que sobresale en América Latina. El último encuentro de países Latinoamericanos y del Caribe (sin la invitación, programada, de Estados Unidos Y Canadá), llevado a cabo en Cancún, México, así lo demuestra. La agenda, claramente, sirvió a los intereses de Itamaratí.
En este nuevo rol, Brasil busca una silla permanente en el estratégico Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, y -más aún- el propio «Lula» Da Silva, aspira a transformarse en el nuevo Secretario General de Naciones Unidas, una vez que se acabe su segundo mandato como presidente -a fines de este año- y lo mismo le suceda a Ban Ki Moon -el actual Secretario General.
Para poder lograr ambos objetivos -o por lo menos el primero- Brasil necesita demostrar ante la opinión pública internacional, que verdaderamente esta jugado a mediar -y en el más optimista de los casos, solucionar- conflictos internacionales de larga o corta data. En este sentido, la diplomacia brasilera viene de una derrota, ya que no pudo solucionar la conflictiva situación política producida en Honduras, en momentos en que un novedoso Golpe de Estado en Honduras (donde intervinieron las corporaciones mediáticas, sectores del poder político, la oligarquía criolla y un sector de las Fuerzas Armadas hondureñas) derrocaron al presidente constitucional «Mel» Zelaya, en un terrible y novedoso hecho, que marca una nueva tendencia política en América Latina.
La retórica del gobierno brasilero, durante estos días de visita en Israel, estuvo vinculada a reanudar el distante diálogo entre palestinos e israelíes, más aún, tras el desplante político llevado a cabo por el gobierno israelí, ante su principal aliado: Estados Unidos; en momentos que el vicepresidente de aquel país, Joe Biden, arribaba a Jerusalem y fue recibido con el anuncio oficial israelí, que construirían 1600 casas en un barrio colono de Jerusalem.
Aprovechando este hecho político, el discurso de «Lula», se amplifica.
Flores: por acá sí, por acá no.
Desde el punto de vista protocolar, uno de los momentos más tensos de la visita del mandatario brasilero a Israel, se desarrolló cuando «Lula» comunicó su negativa de colocar una ofrenda florar a la tumba del creador del sionismo político, Teodoro Herzl. Para entender la magnitud de este hecho, la negativa de ofrendar un detalle florar ante aquella tumba, significa, como ejemplo para el caso argentino, la negativa de ofrendar algún detalle de cualquier mandatario del mundo, ante la tumba del Libertador General San Martín.
Este hecho, habla de dos cosas. Primero de la grosería diplomática cometida por la delegación brasilera, y segundo de un mensaje muy claro, dirigido por «Lula» al mundo árabe y musulmán en general (aquí entran Irán y Turquía) de no reconocimiento al principal líder sionista, y de «autonomía» política brasilera, es decir: demostrar que se puede viajar a Israel y omitir ciertos detalles que alimentan el imaginario político israelí. De esto último, Israel, que en esta etapa, necesita afianzar lazos con Brasil, como así también con otras potencias «emergentes» del mundo, tiene que aprender la lección de que estos hechos, de alguna manera, forman parte de las nuevas leyes de la política internacional.
Contradiciendo este primer gesto, y en un segundo gesto que marca a fuego el mensaje arrojado por «Lula», hacia los países árabes y musulmanes en general, sí entregó una ofrenda floral a la tumba del fallecido dirigente palestino, Yasser Arafat, en su panteón de Ramalah.
Como respuesta a esta actitud política del presidente de Brasil, el Canciller israelí, Avigdor Lieberman, no asistió a ninguno de los discursos pronunciado por el mandatario brasilero, en un claro gesto de repudio, que -en definitiva- no hizo más que aportar otro gesto de grosería diplomática. Lieberman, como Canciller, representa al Estado de Israel ante el mundo, también con sus gestos, quizás, sería positivo que se replantee algunas acciones que-en definitiva- terminan jugando en contra del propio Estado, solo para alegrar las pasiones más extremas de algunos pocos.
Fin de la gira
Tras permanecer en Israel, y de paso, visitar al presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) Mahmoud Abbas, El presidente del Brasil, junto a su comitiva, viajó a Jordania, donde cerró importantes acuerdos económicos y -sorpresivamente, ya que no estaba en agenda- envió a su Canciller, Celso Amorím a Damasco, para que se entreviste con la primera plana política siria y comiencen a elaborar una «nueva mirada» sobre las posibilidades de paz, para la región.
Independientemente de los hechos simbólicos, este viaje de «Lula» por Medio Oriente, a las claras, resultó beneficioso para los intereses estratégicos de Brasil, en el terreno de la política internacional.
(fuente: revistahorizonte.org)
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